martes, 10 de febrero de 2009

La tragedia de Norberto

Resulta ser que debajo de un gran árbol de tamarindo, justo del lado de la costa Este, descansa el pueblo de Cascarulandia del Este (valga la redundancia). Viven actualmente en este pueblo doce familias de cascarudos. Doce mas uno, Norberto, que por ser huérfano no censa como familia.
Norberto es un reciente señor cascarudo. Apenas ha dejado la niñez, mas ha tenido que adecuarse presurosamente en la adultez, puesto que ha devenido (desgraciadamente) en amo de su propio hogar.
La tragedia sucedió una noche de luna nueva, de esas en las que no se aconseja salir ya que la luz es escasa. Pero aquel día era el cumpleaños de la abuela Berberecha, que cumplía sus primeros 960 ciclos lunares, y caparazón duro como era, había insistido en hacer una parafernálica celebración en la cueva de la tía Estalimbasta. La tía vivía en las afueras del pueblo, casi llegando a Cascarulandia del Norte.
Aquella era una noche de gran emoción para Norberto, que esperaba con ansías el momento en que, detrás de algún montículo de arena, tuviese la oportunidad de frotar sus patas traseras contra las de Parsimonia, la joven y bella cascaruda que ayudaba a la abuela a hacer las tareas del hogar, ya que, a raíz de su reciente rasgadura de caparazón, sus movimientos estaban severamente limitados.
Asi es que Norberto habiase aseado hasta el cansancio, mamá Eduarda había empirifollado hasta el último recodo de su escaso cuerpo y papá Adelmiro, no queriendo ser menos, había colocado una diminuta flor de tamarindo sobre su torso. Partieron entonces. Todo marchaba a la perfección, papá Adelmiro silbaba y mamá Eduarda cantaba y Norberto ensayaba pasos de baile al tiempo que se apresuraba para no rezagarse en la noche oscura.
Tal vez fue la algarabía que generaron lo que les impidió escuchar el ruido del motor. Tal vez fue que Adelmiro y Eduarda estaban demasiado enamorados para dejar de mirarse y que Norberto solo miraba sus pies, que no pudieron verlo venir. Probablemente haya sido la sumatoria de todas estas cosas la que permitió que la rueda del buggy pasara cual prensa por sobre los cuerpos de aquellos dos cascarudos padres de un cascarudito que por rezagado se salvó la vida.
Hoy Norberto vive sumido en una profunda depresión. Marcado para siempre, tiene por creencia que la felicidad y la alegría llevó a sus padres a la muerte, es por eso que desde entonces no sonríe, ni baila, ni mucho menos piensa en Parsimonia, porque pensar en ser feliz le da un miedo atroz. Norberto cree que a cabeza gacha, con aspecto triste y andar amargado le escapa a la muerte.
(!Shhhh!) Norberto no sabe que le escapa a la vida.